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#nomaspublicidad

  • Ana Isabel Hidalgo Pérez
  • 9 nov 2015
  • 5 Min. de lectura

¿Has ido a recoger alguna vez el correo y te has encontrado una cantidad ingente de papel en forma de publicidad, que va directamente a la basura?

¿No sería mejor, más útil y funcional, entregar publicidad en papel a aquellas personas que verdaderamente estén interesadas en recibirla?

En la era digital, ¿tiene sentido malgastar dinero, tiempo y recursos en la distribución masiva de publicidad en papel? ¿Es legal esta práctica?, ¿Podemos como ciudadanos, hacer algo para que al menos, a título individual, no nos bombardeen con publicidad en nuestros buzones de correos?

A todos nos pasa casi a diario, queremos recoger el correo y a veces nos cuesta encontrar las cartas, en su lugar, se atropellan papales, folletos, etc., de publicidad que no nos interesa y que en la gran mayoría de las ocasiones tiramos directamente a la basura o en las papeleras más próximas que acaban desbordadas y finalmente, toda la publicidad acaba en el suelo, generando problemas de suciedad y falta de decoro.

Muchas comunidades de vecinos, tratan de aliviar esta situación colocando cestas destinadas a la publicidad, pero los anunciantes las evitan y se dirigen directamente a los buzones particulares, amparados por el vacío legal que existe en la mayoría de los municipios.

No existe a día de hoy ninguna normativa estatal que regule este comportamiento, si bien es cierto, que a nivel local algunos municipios han comenzado a elaborar ordenanzas que regulen el buzoneo indiscriminado, para tratar de solucionar el malestar de los vecinos respecto a este tema.

A través de distintivos que indican el deseo de no recibir publicidad (“no se admite publicidad indiscriminada”), las comunidades de vecinos, viviendas en particular o buzones individuales, indican a los anunciantes su deseo de recibir o no recibir publicidad, y se sanciona con multas que van desde los 150 euros a los 900 a las empresas que incumplan el deseo de los vecinos (en algunos municipios, las sanciones son más elevadas).

Esta es una manera de controlar el buzoneo, que en países del norte de Europa está muy extendida, pero que en España todavía es anecdótica.

Llegados a este punto, hemos querido ir un poco más allá de las molestias que generan a los vecinos estas prácticas, y las situaciones de suciedad y falta de decoro producidas por los papeles tirados en el suelo, y tratar de hacer una aproximación del impacto ambiental que ocasiona el buzoneo, tanto por el consumo de recursos naturales, como por la energía y emisiones de GEI generadas.

En relación a este asunto, encontramos un artículo publicado en el Blog “Hogares Verdes” (http://hogares-verdes.blogspot.com.es/2015/02/publicidad-en-mi-buzon.html), en el que exponen los resultados de un estudio realizado por ellos mismos a través de su red de ciudadanos comprometidos con el medio ambiente.

El estudio realizado en diversos municipios y ciudades de la geografía española, analiza de manera aproximada la cantidad de publicidad que recibe un ciudadano y el impacto ambiental que se deriva de dicha publicidad.

El estudio recoge que cada ciudadano recibe al año entre 2,5 y 12 kilos al año en concepto de publicidad en papel, dependiendo de si se trata de un municipio pequeño o una ciudad, lo que supondría entre unas 23.000 y 180.000 toneladas de papel al año en el conjunto del país.

El estudio señala que para fabricar una tonelada de papel se necesitan 2.300 kilos de madera, unos 15.000 litros y 9.600 Kwh de electricidad, y si el papel es reciclado, unos 8.000 litros de agua y 3.300 kwh de electricidad (no se indica la fuente, pero hemos podido localizar datos muy similares en Informes emitidos por la Cooperativa Abacus y Greenpeace).

Si se emiten a la atmósfera 0,649 kg de CO2 por cada Kw de energía consumida, las emisiones de CO2 a la atmósfera generadas a través de la publicidad en papel que recibimos en nuestros buzones de correos sería de entre 15,57 kilos y 74,76 kilos de CO2 al año por hogar (dependiendo del lugar de residencia) y sobre las 11 millones de toneladas y las 143.300 toneladas al año para el conjunto de España.

Llegados a este punto, cabe reflexionar sobre la necesidad de este impacto ya que estamos inmersos en un mundo digital en el que los ciudadanos, demandamos gran cantidad de información, pero a través de los medios digitales, no a través del papel, y no tiene sentido mantener este tipo de estrategias empresariales a no ser que el cliente lo demande explícitamente, caso en el que si se podría entender el mantenimiento del reparto de publicidad en papel, pero no para el resto de casos.

Por otro lado, los impactos ambientales que se derivan de la publicidad en papel (buzoneo), son bastante importantes e innecesarios, más aún, cuando se están desarrollando continuamente políticas a nivel nacional e internacional para la reducción de emisiones de gases efecto invernadero, con el objetivo de frenar los impactos que se derivarán del cambio climático y permitir la adaptación de la sociedad actual a las modificaciones ambientales que se derivarán del mismo.

Este tipo de emisiones de gases efecto invernadero, el consumo de madera y de agua procedente de la publicidad en papel, pueden ser evitados de manera fácil, si los municipios regulan a través de sus ordenanzas municipales la práctica del buzoneo, permitiendo que llegue la publicidad en papel a quien quiera recibirla y evitando que quien no quiere recibirla vea lleno su buzón de manera sistemática.

Las empresas dedicadas a realizar diseños de publicidad en papel, deben asesorar a las empresas que demandan este tipo de servicio, de las opciones y alternativas existentes, para tratar de sustituir la inversión en publicidad en papel, por publicidad en medios digitales, cada vez más presentes y con mayor efectividad.

Pero si de todas formas, los empresarios quieren seguir invirtiendo en publicidad en papel, es importante que dispongan de la información necesaria para desarrollar el servicio de la manera más sostenible posible, como por ejemplo, a través del uso de papel procedente de bosques con certificado FSC (Forest Stewardship Council), que son bosques donde se realiza un manejo y explotación sostenible, con criterios ecológicos, sociales y económicos.

Todos, ciudadanos, empresarios, etc., debemos ser conscientes de los impactos que generan nuestras acciones cotidianas, ya que es la única manera de ir modificando conductas de manera paulatina, y finalmente, conseguir ser más sostenibles.

Si crees que es importante regular el buzoneo y evitar impactos ambientales innecesarios, pon en tu buzón un cartel que indique que no quieres recibir publicidad, tu comportamiento puede hacer disminuir las emisiones de CO2 entre 75-16 kg de CO2 al año, reducir el consumo de agua entre 180-38 litros al año, y el consumo de madera entre 28-6 kilos de madera al año.

Ser sostenible es fácil cuando sabes cómo serlo.

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